Prefería a Carreras, es cierto; pero no cancelaba mi gusto de disfrutarte una y otra vez al lado de Sherryl Milnes en mi obra favorita de Verdi: Il Trovatore. La primera vez que te vi en esa obra lloré de coraje porque le ganaste al Conti di Luna. Aunque he de aceptar que Di quella pira estremeció hasta lo más recóndito mi médula espinal. Tal vez te sobraron años, quién sabe. Pero más de un momento está grabado en mi memoria. Tu Manrico, tu Nemorino, tu Radamés o tu Calaf son entrañables. Pero qué más puede decir un diletante en las artes sin caer en el lugar común, mejor dejo de escribir y escucho esta, la única prueba de que Dios existe, de Donizzeti, de Elixir de Amor, Una furtiva Lágrima, de tus mejores años. Descansa Big Luciano. JFC