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2007

Regreso al mundo en este dos de enero del 2007. Me quedan pocos días de vacaciones y lo agradezco. La inactividad me pone tenso y, sobre todo, aburrido. No puedo leer y menos escribir. He hecho un esfuerzo por ensayar a diario mis lecciones de batería y quitarme esta madeja de telarañas que a fuerza de desidia se formó en mis muñecas. Voy poco a poco. Quién diría que con un poco de estudio se pueden ir corrigiendo vicios y retomar cierta fuerza interpretativa. Lo que sea que esté haciendo el día nueve, no dejaré de ensayar ni de tomar clases, es lo mejor que pude hacer para terminar un año tan mecánico.
No tengo propósitos para este año, como siempre, tengo metas y cuando las cumpla vendrán unas nuevas, así se me han pasado los últimos años. Creo que nunca estaré satisfecho con nada. Sólo espero que en un par de meses haya algo que me haga salir de este marasmo maquinal: trabajo, estudio, beber, curarse la cruda y regresar al trabajo el día lunes. Quién sabe, a lo mejor este año puede ser de verdad mejor, así lo espero.
Los espero el 6 de enero en la Gaya Sciencia (Quebrada 105 esq. Diagonal San Antonio. Col. Del Valle) para el primer concierto de Marmotazul, probablemente uno de los últimos, necesito enfocarme en hacer otra cosa mejor. El caso es que a partir de las 8 de la noche estaré ahí tratando de sacudirme la saudade finianual que empiezo a creer que es cruda. Ojalá los vea por ahí.
Mientras escribo esto me estoy refinando la Rapsodia Húngara número 2 de Lizt en Do sostenido menor. No hay mejor forma de tomar optimismo que con el sabio piano de Artur Pizarro, ojalá que funcione. Por cierto, el disco es nuevo y lo encontré en Mixup por sólo 99 pesos. Y ya llevaba un par de meses buscándolo. Si alguien me quiere regalar el disco de Rolando Villazón en el que canta a Monteverdi, será eternamenete agradecido.
Les mando un fuerte abrazo a todos, inexistentes lectores, que espero que este nuevo año sea mejor para todos nosotros.

JFC

PD. Esto del optimismo sí funciona, deseo un año nuevo mientras Fecal es el presidente de México con el Yunque incluído; en fin, lo deseo de corazón. Un regalo de año nuevo, un poema del mejor Sabines de La señal de 1951.

Pequeña del amor, tú no lo sabes,
tú no puedes saberlo todavía,
no me conmieve tu voz
ni el ángel de tu boca fría,
ni tus reacciones de sándalo
en que perfumas y expiras,
ni tu mirada de virgen
crucificada y ardida.

No me conmueve tu angustia
tan bien dicha,
ni tu sollozar callado
y sin salida.

No me conmueven tus gestos
de melancolía,
ni tu anhelar, ni tu espera,
ni la herida
de que me hablas afligida.

Me conmueves toda tú
representando tu vida
con esa pasión tan torpe
y tan limpia,
como el que quiere matarse
para contar: soy suicida.

Hoja que apenas se mueve
ya se siente desprendida:
voy a seguirte queriendo
todo el día.

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