Ir al contenido principal

CARTA DE AMOR

Quiero sanar todas mis heridas cerradas en falso en tu balsámico cuerpo. Que tu recuerdo sea nueva cicatriz que se sobrpone a todas las anteriores. Quiero lamer las tuyas, si es que las tienes. Deseo hacerte una de ellas, si quieres, no tan profunda, un poco superficial que duela a lo sumo un par de semanas. Pero que quede ahí escondida y de vez en cuando la recuerdes.
Quiero estar llorando en una cantina, ron en mano y con Javier Solís cantando una de Álvaro Carrillo. Tal vez "Se te olvida".

Que el sabor de tu piel en mi lengua se disuelva con cada trago de Appleton, tehuacán y sal de las lágrimas mientras borrachísimo trato de entonar: "Se te olvida, que me quieres a pesar de lo que dices, pues llevamos en el alma cicatrices imposibles de borrar".

Entretener a los que me miran, a todos aquellos que en esa imposible cantina deben estar diciendo: "pobre, está muy borracho", "anda dolido". O desdeñar la indiferencia de todos aquéllos que no saben que te tuve, que un par de noches fuiste mía y de nadie más. Incluso cuando en tus sueños me colaba y poco antes te regalé una canción grabada en dos horas. Sigue sin tener nombre. Javier sigue cantando: "Y hoy resulta, que no soy de la estatura de tu vida, y al soñar otros amores se te olvida que hay un pacto entre los dos."

Quiero despertar con lagañas por todo lo que lloré, ya borracho, en mi cuarto. Escuchaba "La Rosa" del Denzura una y otra vez: "no es amor si no lastima, no hay pasión que no sea riesgo, no hay rosas sin espinas." La botella de tequila -el amor es un lugar común- a la mitad y mi cabeza dando vueltas. Mirar mi celular y darme cuenta que te marqué, muchas veces, ya siendo muy de madrugada. No contestarás.

Soñar con ese calor de tus piernas que atravesó mi piel hasta calarme en los huesos. Que lo dejó muy adentro, como otras veces. Hace dos meses cambié mi cama, guardaba el aroma de otras pieles y me provocaba alergia. Compré una grande, para que cupieras tú y acomodaras tu cabeza en los tres cojines azul cielo que venían con ella. Veíamos una mala película o escuchábamos alguno de mis discos aunque no te gustaran los Dorados. Decías que Pez Gordo no era título de canción. ¿Porqué nunca se lo pusiste a la que te regalé? Sí, supongo que era mala.

Y si me curaras todos mis males, mi apatía, mi mal humor, mi desidia, mi izquierdismo, mi ateísmo y después te fueras, no sería tan malo. Te extrañaría, como parece que lo estoy haciendo ahora, con más rones entre pecho y espalda. Otra cantina. Pero nadie sabrá que fuiste mía, hasta lástima siento porque ellos no pudieron besarte como lo hice yo. No sabrán el pacto que mis dientes y tus muslos tenían. Nunca tendrán algo así. Lloraría sin parar hasta que forzara las lágrimas.
Pero, antes que todo esto, creo que primero debiera besarte.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Causalidades I

Inexistentes y amados lectores, les escribo instalado en mis treinta años por primera vez. El siguiente post lo dedico a contarles de mis festejos. Porque hoy, desde mi oficina en los lares del sur, quiero contarles el proceso que me llevó de una cena con caviar a tener un anillo de casado en mi dedo anular izquierdo. (¿Alguien sabe en qué mano es correcto usar el anillo? Yo me lo puse en la izquierda por puro azar, pero debe haber una norma).    La historia más sencilla de contar es que en una cena de la alta sociedad literaria conocí a una mujer de ojos bellos con quien platiqué un par de horas y compartí el caviar que generosamente algún autor de éxito puso en la mesa de su departamento en la Condesa. Después de un par de botellas de champaña le lancé una invitación con mis ojos seductores a que conociera la alfombra de mi departamento en el centro porque estaba seguro que su blusa azul turquesa haría juego con ella. Al otro día, entre el café de la mañana y el sexo matu...

Causalidades II

Queridos, desocupados e inexistentes lectores, les debía esta entrada que es la segunda parte de la anterior y pues aquí va. Uno de los problemas mayores de escribir cada dos años en este blog es que uno pierde el hilo de las cosas, y en dos años han pasado tantas que los hilos ya son una madeja que se pierde en mi memoria. Así que acabaré la entrada de las causalidades y empezaré --lo juro-- a escribir nuevamente en este blog que empecé en el año 2006. En la entrada de la siguiente semana les contaré de los blogs y los pondré al tanto en mi vida. También prometo actualizar las ligas que tengo en la columna de la derecha, porque muchos de los blogs ya pasaron a mejor vida y creo que ya nadie escribe en blogs, excepto la protagonista de estas causalidades de la que ya les pasaré el vínculo.   Estábamos, entonces, que me dieron la beca de la Fundación para escribir un libro de cuentos. La beca la obtuve gracias a que uno de esos amores juveniles y necesarios imprimió mis hojas y l...

Cada cierto tiempo

Cada cierto tiempo, esta Ciudad que fue del canto se da su respiro para beneplácito de mis inexistentes lectores. No hay una razón para ello, aunque para ser francos, tampoco para seguir escribiendo en este blog; será tan solo la nostalgia de llevar cinco años quejándome, encabronándome y lloriqueando en esta bienamada ciudad la que no me deja abandonar por completo este ínfimo espacio virtual. Acaso recuerdo a David Forster Wallace en su ensayo sobre la escritura, o, como dicen en mi pueblo, es mi hijo, está bien feo, pero es mi hijo. Esta es mi ciudad, pequeña, aburrida y sin visitantes, pero es mía.  Estoy a tan sólo unos meses de mis treinta años, y mejor aún, a casi sesenta días de firmar la unión de Joyce con Mahler; uno de mis más queridos amigos se fue a soñar con jazz en amorosa y violenta comunión con el mar de Coatzacoalcos (¡carajo!, te hubieras despedido o esperado a beber juntos una última cerveza); sale en estos días mi primer libro, una pequeña plaquet que ni cam...