I. La Grever.
El jueves pasado se presentó por fin el disco "Canciones de María Grever" del pianista Antonio Bravo y Carlos Montemayor. En la sala Hermilo Novelo, donde grabamos esté disco, esperaba la sorpresa de una sonrisa femenina ya conocida pero, como he dicho en textos anteriores, esas cosas no pasan y no llegó. Ni modo, me hubiera encantado platicar con ella, invitarla a salir, enamorarnos, casarnos en una fastuosa boda; después el piano junto a la cama, nuestro perro al lado de él, y una cuna toda blanca y su vientre de mujer. En fin, ustedes saben, esos finales de canciones de Mijares o de películas de Hugh Grant.
Estaba en que no llegó, aunque no era descabellado que se apareciera, digo, después de todo ahí estaba parte de su vida. Resulta que la soledad me gusta más y si es escuchando a la Grever, mejor aún. De mis canciones preferidas están "Por si no te vuelvo a ver" (Tú la de los ojazos negros, la de boca tan bonita, la de tan chiquito pie... deja, que con ilusión loca, te dé un beso en esa boca, por si no te vuelvo a ver) y "Cuando me vaya" que es un jazz rag blues muy, muy sugerente interpretado con maestría por el maestro y amigo Toño Bravo. Aunque para sr sinceros, y no es porque mi nombre aparezca en los créditos como ingeniero de audio, mezcla y masterización, el disco es muy bueno y vale mucho la pena.
Este es un disco que hace que los oídos descansen de bodrios que ocupan la mayor parte de los medios y -sin ganas de pontificar- para poner a trabajar las neurones. Así que la recomendación del sexenio es "Canciones de María Grever", editado por Pentagrama Ediciones. Por cierto, se anunciaron dos discos más y eso signifca más sesiones de grabación. Eso es.
El jueves pasado se presentó por fin el disco "Canciones de María Grever" del pianista Antonio Bravo y Carlos Montemayor. En la sala Hermilo Novelo, donde grabamos esté disco, esperaba la sorpresa de una sonrisa femenina ya conocida pero, como he dicho en textos anteriores, esas cosas no pasan y no llegó. Ni modo, me hubiera encantado platicar con ella, invitarla a salir, enamorarnos, casarnos en una fastuosa boda; después el piano junto a la cama, nuestro perro al lado de él, y una cuna toda blanca y su vientre de mujer. En fin, ustedes saben, esos finales de canciones de Mijares o de películas de Hugh Grant.
Estaba en que no llegó, aunque no era descabellado que se apareciera, digo, después de todo ahí estaba parte de su vida. Resulta que la soledad me gusta más y si es escuchando a la Grever, mejor aún. De mis canciones preferidas están "Por si no te vuelvo a ver" (Tú la de los ojazos negros, la de boca tan bonita, la de tan chiquito pie... deja, que con ilusión loca, te dé un beso en esa boca, por si no te vuelvo a ver) y "Cuando me vaya" que es un jazz rag blues muy, muy sugerente interpretado con maestría por el maestro y amigo Toño Bravo. Aunque para sr sinceros, y no es porque mi nombre aparezca en los créditos como ingeniero de audio, mezcla y masterización, el disco es muy bueno y vale mucho la pena.
Este es un disco que hace que los oídos descansen de bodrios que ocupan la mayor parte de los medios y -sin ganas de pontificar- para poner a trabajar las neurones. Así que la recomendación del sexenio es "Canciones de María Grever", editado por Pentagrama Ediciones. Por cierto, se anunciaron dos discos más y eso signifca más sesiones de grabación. Eso es.
II. En el Metropolitan.
Antonio Bravo me invitó al concierto de Béla Fleck and the Flecktones en el teatro que está enfrente de ese gran congal que lleva por nombre "El Miramar", y conocido entre la banda como "El Barquito". Si con Grever el jueves me puse a volar por los entretejidos de la nostalgia, ayer me llevé por lo menos tres orgasmos musicales con Coffin, Fleck y los carnales Wooten. Entre el Futureman y el sorprendente Víctor casi nole prestaba atención a los otros dos, claro, es culpa mía, no de ellos. El solo final de los dos hermanos fue simplemente alucinante, esta gente de verdad está cerca de la divinidad, después de conciertos así, uno, simple mortal que juega a ser músico, tiene ganas de poner una taquería y olvidarse de todo. Busquen inexistentes lectores discos de estos monos, ya sea como grupo o como solistas, siempre son una buena opción. Estas son las recomendaciones de Marzo, sé que a nadie le interesa lo que opine pero en esto, sólo en esto, creo no equivocarme.
III. De trabajos.
Parece que pronto va a salir al aire el proyecto en el cual colaboro como articulista. Ya les contaré de qué se trata y le paso el dato. Mientras el martes voy a firmar contrato y a cumplir con esas formalidades. Ojalá todo salga bien.
IV.
Dejo de escribir para seguir pensando en la chica de la que platiqué al principio de este post. De veras que me dejó impactado desde que la conocí. Para más datos, una de mis guitarras, mi ovation negra, lleva su nombre. (De verdad, juro que no soy un perdedor, ni un patético enamoradizo ni un sicótico en potencia. Simplemente me gusta llamar por nombre a mis guitarras y qué mejor que el de mujeres bellas ¿no? Bueno, sí, soy un perdedor, pero no le digan a nadie) Les dejo una imagen mi querida Vale. Junto a ella figuran en mi cuarto Ana Cecilia (12 cuerdas que además me recuerda a López Velarde); Iris (Electroacústica de nylon); Michelle (Acústica de Palo Escrito); Dante (Bajo eléctrico). La siguiente se llamará Luna, será una Yamaha Silent Guitar o, si tengo suerte, una Godin. Aquí está Vale:
Antonio Bravo me invitó al concierto de Béla Fleck and the Flecktones en el teatro que está enfrente de ese gran congal que lleva por nombre "El Miramar", y conocido entre la banda como "El Barquito". Si con Grever el jueves me puse a volar por los entretejidos de la nostalgia, ayer me llevé por lo menos tres orgasmos musicales con Coffin, Fleck y los carnales Wooten. Entre el Futureman y el sorprendente Víctor casi nole prestaba atención a los otros dos, claro, es culpa mía, no de ellos. El solo final de los dos hermanos fue simplemente alucinante, esta gente de verdad está cerca de la divinidad, después de conciertos así, uno, simple mortal que juega a ser músico, tiene ganas de poner una taquería y olvidarse de todo. Busquen inexistentes lectores discos de estos monos, ya sea como grupo o como solistas, siempre son una buena opción. Estas son las recomendaciones de Marzo, sé que a nadie le interesa lo que opine pero en esto, sólo en esto, creo no equivocarme.
III. De trabajos.
Parece que pronto va a salir al aire el proyecto en el cual colaboro como articulista. Ya les contaré de qué se trata y le paso el dato. Mientras el martes voy a firmar contrato y a cumplir con esas formalidades. Ojalá todo salga bien.
IV.
Dejo de escribir para seguir pensando en la chica de la que platiqué al principio de este post. De veras que me dejó impactado desde que la conocí. Para más datos, una de mis guitarras, mi ovation negra, lleva su nombre. (De verdad, juro que no soy un perdedor, ni un patético enamoradizo ni un sicótico en potencia. Simplemente me gusta llamar por nombre a mis guitarras y qué mejor que el de mujeres bellas ¿no? Bueno, sí, soy un perdedor, pero no le digan a nadie) Les dejo una imagen mi querida Vale. Junto a ella figuran en mi cuarto Ana Cecilia (12 cuerdas que además me recuerda a López Velarde); Iris (Electroacústica de nylon); Michelle (Acústica de Palo Escrito); Dante (Bajo eléctrico). La siguiente se llamará Luna, será una Yamaha Silent Guitar o, si tengo suerte, una Godin. Aquí está Vale:
JFC
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