Para mis inexistentes lectores, un cuentito con tintes de crónica que más bien escribí para quitarme el aburrimiento. Espero que les guste, conozco a varios cuates así, ¿y ustedes?
.
Santo contra Jackie Chan
Para Karla Liliana
— Tráeme dos Coronas bien frías. Y unos limones.
— ¿Fumas?
— No.
— Yo tampoco, soy deportista. Mañana voy a Ninjitzu.
— Eso me suena a aerobis pero para niñas.
— Es en serio, te lo juro.
— Mejor sígueme contando. Ya llegó el parque. ¿Te fue bien?
— Pues sí carnal. Déjame decirte que estuvo bien. Se me hace que ya ligué. La sorprendí gracias a su amiga. Sí la conoces. ¿No te acuerdas de ella? Anamaría, la morenota.
—… ajá
— No te hagas, si bien que te gusta. Pues bueno, lo que te decía es que llegamos al metro, ahí quedé de verme con Anamaría pero llegué primero y vi su carro. Me dio mucha pena acercarme así que mejor me esperé. ¿Qué tal si no se acordaba de mí? ¡Qué oso! Entonces llegó por fin y que nos acercamos, yo estaba bien nervioso. Me escondí para que no me viera y se sorprendiera. Cuando me vio… ah no, pero para esto que me voy en la tarde a escogerle su regalo. Me pasé un ratote pensando qué regalarle. Ya ves que no son tan fáciles. ¿No?
—… no
— Pues que me lanzo al Liverpool a buscarle algo. Ahí seguro que encontraba algo lindo. La Ana me dijo que le gustaban las bolsas y ni mandada a hacer que me encuentro a una verde a todo dar. Así que ya sabes, todo lindo, que se lo envuelvo y que me doy cuenta que estaba en oferta. Así que hasta barata me salió. Le compré unas rosas y vámonos. Ya ves que te dije que iba a estar en Bellas Artes ¿no? Pues quedamos que llegábamos a las nueve y por los nervios que llego como siete y media. Me estuve esperando y dieron como las nueve y media y que me marca Anamaría, que se habían quedado de ver en Coyoacán. Ahí fue donde te estaba contando que la sorprendí.
— ¿Y el regalo?
— Todavía no se lo daba. Pensaba dárselo durante la cena y ya sabes: con velitas, musiquita y pasta, pues todo estaba puesto. La iba a llevar al Mama’s, ahí donde cantas por un litro, pero que llegamos y que nos dicen que ya estaba cerrado, chin; primera metida de pata. Así que nos fuimos al Italiannis, lo malo que es más caro, pero ni modo de llevarla a los tacos del chupa. Eso es después, cuando no tienes que quedar bien ¿no?
— No…
— Resulta que nos metimos ahí en Plaza Universidad y que pedimos uno de esos de queso al centro, yo hasta quería pedirle una botella de vino. Ah, pero un poco antes de entrar que me juego mi carta fuerte. ¿A que no adivinas cuál?
— Ni idea…
— Pues lo del mazda, ¿te acuerdas que mi tío me iba a dejar uno de segunda mano? Pues que le digo que iba a ser mi nuevo carro, ya sabes ¿no? Eso del coche siempre funciona.
— ¿Te cae?
— Pues no, pero siempre ponen cara de interesadas.
—Bueno, ¿y luego?
— El caso es que entramos, comimos, nos echamos unos drinks y estuvimos platicando muy bien. Lo malo es que la Anamaría no nos dejaba solos.
— A lo mejor ella le dijo que no los dejara solos.
— Pues no creo. Luego luego se le notaba que quería quedarse conmigo. Hasta como que se me acercaba al hombro y esas cosas. Me echaba miraditas y yo… pus con las ganas notándose bajo la mesa. Lo bueno es que el mantel era largo… que si no…
— Bueno ya… sígueme contando.
— Pus para no hacerte el cuento largo que la noche se nos va entre risas, cuentos y uno que otro coqueteo. Claro, por parte de ella.
— Mira, mira. Presumido.
— En serio, te digo que igual y los drinks la pusieron más… a tono; como que me tomaba más confianza y ya hasta me cerraba el ojo.
— Pero del chingadazo que te quería poner…
— No juegues, en serio mano. Es que me tienes envidia.
— Ya síguele, luego chillas.
— El caso es que se me recargaba en el hombro, me sonreía y me preguntaba cosas. Y pues como que uno tiene que andar dando algunas pistas de uno ¿no? Empezamos a platicar de las películas y ella me hablaba de un tal Godard y otro ruso y no sé que tanto. Yo le dije la verdad: que me gustaban las de Jackie Chan.
— No juegues, ¿cómo crees? Eso no se hace sino hasta después.
— ¿Por qué? Pues que vaya sabiendo qué películas va a ver conmigo.
— Pues sí pero Jackie Chan es como… demasiado.
— ¿Cómo crees? Si son buenísimas.
— ¿Y ella que te dijo?
— Nada, nomás me escuchaba. Así que ya picado le platiqué mi sueño más loco.
— No manches… o te dio mucha confianza o de plano eres muy lanzado.
— Sabes de cuál te hablo, ¿no?
— No, pero con lo de Jackie Chan me conformo. A ver, dime cuál es.
— Pues la película que algún día habré de producir si nadie la hace antes: una película donde Jackie Chan se aviente un tiro con el Santo.
— …
— La misma expresión hizo ella. ¿A poco no está a toda madre?
— …
— Imagínate, si ya luchó contra Blue Demon, las mujeres vampiro, las momias de Guanajuato… ¿por qué no contra Jackie Chan? ¿O tú crees que esté muy rudo? A mí se me hace que el chinito ese si le anda partiendo el queso a Santo. ¿O no?
— ¡Híjole! Ya me tengo que ir, me está esperando una amiga.
— ¿Cómo crees? Cada vez que empiezo a contar esto se me acaba el tiempo. Con lo picado que me quedo imaginando la película. Anamaría dijo lo mismo, que se les hacía tarde. Pero lo que sea de cada quien, yo digo que la dejé bien clavada conmigo. La bolsa le encantó.
— Pues sí… bueno. Ahí yo pago la próxima ¿va?
— Órale pues, mañana te cuento qué pasó. Hoy le hablo para ver si salimos.
— Pues… suerte. Ojalá se te haga.
— Va, luego te sigo contando.
— ¿De ella?
— No güey, del Santo. Se me hace que si gana. ¿O qué? ¿Tú le vas a Jackie Chan?
Comentarios
Yo digo que sí gana el santo. Eso te faltó explorar más en el cuento.