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Mostrando las entradas de noviembre, 2009
Inexistentes lectores, les dejo un texto que escribió un querido amigo para mi banda Vodeler. Espero que les guste, JFC Vodeler (…) ecos de una música cálida y enervante Charles Baudelaire Una mirada atenta ante las transformaciones del nuevo siglo exige la reinterpretación de la cotidianidad. Un beso robado, la belleza de la mesera de un restaurante o la ventura de un escote indiscreto hacen, por fuerza, necesaria la celebración de la vida. Y el desasosiego ante la realidad brutal de un país en ruinas contrapuntea la sonrisa y la vuelve un gesto satisfechamente amargo: es la necesidad de nombrar todo otra vez, de decir de otro modo lo mismo. Tres jóvenes músicos con el ímpetu ardoroso de sus veintitantos tratan de explicarse el mundo a través de acordes menores y sonidos electrónicos. A partir de una formación atípica (batería, dos guitarras, un piano y múltiples sonidos extraídos del fondo de una computadora Mac) conjugan con fortuna las influencias de rock británico de mitad del s

29 FILIJ

Foto tomada de http://www.flickr.com/photos/krudo Inexistentes y abandonados lectores, les cuento que fui a darme un rollin por los atestados pasillos de la FILIJ. Salí con tres libros de los cuales dos no vale la pena ni hablar. Del tercero sólo les digo que un gran texto puede ser arruinado por una edición cursi, abigarrada y muy condechi. O sea, en la "onda". Whatever it means. Lo rescatable es que pude ver a mi amigo con su primer libro bajo el brazo y con una cruda que apenas y cargaba entre pecho y espalda. Ponto subo o publico o lo que sea una reseña de Aire en espera. Después de engullir con fruición una baguette (¿alquien puede decirme si es una baguette o un baguette?) de salchicha acompañado de mis padres, me dispuse a sentarme en las áreas verdes del CNART para esperar el toquín de San Pascualito Rey. ¡Caray! Cómo me gusta esa banda. El maestro Otaola cada vez suena más acoplado y la banda adquiere matices etéreos interesantes. Lo único malo es (y no lo digo por

ADIOS

Aunque las lágrimas que tengo son para los muertos, tal vez mis ojos brinden alguna por ti. De ti no sé qué escribir si no es alguna línea más. Recuerda que a partir de tus ojos miel empiezo a preferir el cianuro al tehuacán. Imagina que un seis de diciembre tomaré una amarga copa y musitaré tu nombre a media voz. A media voz... No creas que te escribo a ti. A nadie en particular salen estas líneas.