Ir al contenido principal

29 FILIJ


Inexistentes y abandonados lectores, les cuento que fui a darme un rollin por los atestados pasillos de la FILIJ. Salí con tres libros de los cuales dos no vale la pena ni hablar. Del tercero sólo les digo que un gran texto puede ser arruinado por una edición cursi, abigarrada y muy condechi. O sea, en la "onda". Whatever it means.

Lo rescatable es que pude ver a mi amigo con su primer libro bajo el brazo y con una cruda que apenas y cargaba entre pecho y espalda. Ponto subo o publico o lo que sea una reseña de Aire en espera.

Después de engullir con fruición una baguette (¿alquien puede decirme si es una baguette o un baguette?) de salchicha acompañado de mis padres, me dispuse a sentarme en las áreas verdes del CNART para esperar el toquín de San Pascualito Rey. ¡Caray! Cómo me gusta esa banda. El maestro Otaola cada vez suena más acoplado y la banda adquiere matices etéreos interesantes. Lo único malo es (y no lo digo por envidia) el bataco. Redobles interesantes que nunca mete bien y caídas de tiempo espantosas. (Cuando tocaron Pervertidamente con secuencia se notó cabrón que su metrónomo estaba más pa' allá que pa' ca).

Y recordé.

O sí amables e inexistentes lectores que a lo largo de 134 entradas y dos años y medio de andanzas cibernéticas me han acompañado: siempre recuerdo.

Recordé cuando yo tenía que estar en esa feria diez días de ocho de la mañana a diez de la noche, cuando tenía que lidiar con papás crudos, cuando me iba a llorar detrás de mi carpa porque no aguantaba la presión, cuando en medio de lluvia y polvo tenía que aguantar las pendejadas de una astrónoma o una teatrera que se sentía Lady Macbeth, cuando...

Pero siempre hay recuerdos afortunados y/o divertidos. En mi primer año en la FILIJ, fueron a leer a mi carpa becarios de la FLM. Y miren, algunos años después, yo estoy en esta casa de Liverpool acomodando historias. Recuerdo que los miraba con una mezcla de envidia, rencor, odio y admiración. Era yo tan joven.

Y ahí conocí a los Arreola, a la Barranca, a Héctor de La Lupita, al Rocco... y empecé en las vicisitudes de la burocracia cultural que, por ahora y afortunadamente, se han acabado.

Eso deambulaba en mi mente cuando vi la figura de Pascual tomando su guitarra... y a cantar. ¡Caray! Cómo me gusta esa banda.

Y volví a recordar.

O sí, recordé. Recordé a una colibrí a la que le compuse una canción hace ya varios años. Esa canción ahora es parte del repertorio de Vodeler y parece que va a estar en el primer EP del grupo. En cuanto se amarre todo les platico de esta aventura. Estábamos, pues, en esa colibrí de ojos color... madres no me acuerdo. De cabello francamente desaliñando pero con un encanto bárbaro. ¿Dónde andará? Yo sé que estoy aquí y que la recuerdo, ella habrá notado mi existencia. Lo dudo. Así que cuando reciba un Grammy tendré que decir su nombre con todas sus letras: Val... sólo para balconearla. Y que le duela.


Así las cosas,


JFC

Comentarios

Anónimo dijo…
Y luego no quieres que te reclame...n jajaja
Beso de Mercedes
Alviseni dijo…
"colibrí" aguanta.

el grammy es para tirarlo por un balcón, no? como los borbotones, jaja.

es "la baguette", es que me hiciste dudar y busqué en el diccionaire.

Entradas más populares de este blog

Causalidades II

Queridos, desocupados e inexistentes lectores, les debía esta entrada que es la segunda parte de la anterior y pues aquí va. Uno de los problemas mayores de escribir cada dos años en este blog es que uno pierde el hilo de las cosas, y en dos años han pasado tantas que los hilos ya son una madeja que se pierde en mi memoria. Así que acabaré la entrada de las causalidades y empezaré --lo juro-- a escribir nuevamente en este blog que empecé en el año 2006. En la entrada de la siguiente semana les contaré de los blogs y los pondré al tanto en mi vida. También prometo actualizar las ligas que tengo en la columna de la derecha, porque muchos de los blogs ya pasaron a mejor vida y creo que ya nadie escribe en blogs, excepto la protagonista de estas causalidades de la que ya les pasaré el vínculo.   Estábamos, entonces, que me dieron la beca de la Fundación para escribir un libro de cuentos. La beca la obtuve gracias a que uno de esos amores juveniles y necesarios imprimió mis hojas y las l

A un par de escalones del Tercer Piso

Inexistentes y abandonados lectores, he regresado a esta monarquía que a veces se disfraza de república llamada La Ciudad que fue del canto para (y es un favor muy grande) contarles parte de lo que ha acontecido en mis dominios en estos largos meses de ausencia. (En serio, sé que nadie lee esto pero el simple sonar de las teclas y mi egolatría son suficientes para no dejar morir este blog). Si ustedes recuerdan, oh, desolados lectores que han sufrido conmigo durante tantos años, el once de julio escribí una pequeña crónica de cómo Mahler se encontró con Joyce. Pues bien, simplemente he de decirles que ese encuentro inesperado y venturoso ha terminado en coyunda, si se me permite el chistorete cultoso, o, para decirlo mejor, los esponsales arribaron a buen puerto. Con todo y las armonías disonantes de este musicastro y las inagotables vertientes de mi joyceana, hemos encontrado un lugar en donde nuestras ansias encuentren reposo.       Y en hablando de lugares, la Ciudad que fue de

He regresado a esta Ciudad que fue del canto

Queridos e inexistentes lectores, después de tres años de abandonar esta Ciudad que fue del canto, he regresado para, una vez más, prometer ser más constante y publicar ya no mi querido, cursi y azotado diario, sino lo que a mi pluma se le venga en gana. Por ello, primero les comparto una traducción que hice de dos fragmentos de Kurt Vonnegut, tomados del número 17, de junio de 2015, de Casa del tiempo. JFC Dos fragmentos de guerra [*] Kurt Vonnegut La obra de Kurt Vonnegut estuvo marcada por su experiencia en la Segunda Guerra Mundial como soldado de la 106 División de Infantería de los Estados Unidos, y luego como prisionero de guerra —de diciembre de 1944 hasta mayo de 1945— desde donde fue testigo del bombardeo que destruyó Dresde.  Casa del tiempo ofrece dos breves fragmentos de las novelas  Matadero 5  y  Barbazul que se publicaron con casi veinte años de distancia, para dar cuenta de la devastación íntima causada en el autor estadounidense. El primero