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PARA BATERISTAS

En estos días de asueto -he dejado la gestión cultural un tiempo- me he dedicado a darle a mi preciosa batería con tres métodos cortesía de Chema Arreola. Uno de ellos es el de Jim Chapin publicado en 1948. Me llama la atención el prólogo del libro donde habla de su método y, más interesante aún, de ciertos aspectos musicales. Aquí el maestro Chapin:

"Thecniques must be used tastefully and one should never feel that mastery of a beat means it must be shown off on all possible occasions. A cardinal rule is to never overplay. If complicated figures such as some of these are used, they should be made to flow as an integral part of the music rather than pounded out as a stiff exercise to be demonstrated to the largest possible audience."

Aquí caben Dave Weckl, Thomas Lang y John Blackwell, aunque en menor grado. Incluso un grupo como Dream Theater que más parece catalogo Comex de sus habilidades técnicas que música en sí misma. Pese a esto el mestrito Jim hace una aclaración: "A good snare drum thecnique is almost prerequisite for studying this book." O sea mejor dicho: ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre.

La mejor parte es un consejo que le da a los estudiantes:

"Musicianship comes first and thecnique second"

Quedé reflexionando acerca del maestro Chapin y una analogía con la literatura se me apareció de pronto. La musicalidad es el fin de todo, y ¿no lo es también la literatura? Hay poetas consagrados desbocados que muchas de sus obras parecen, en el mejor de los casos, prosa cortada. Como si al decir la palabra cenicero, estuvieran realmente haciendo un poema sólo porque son ellos. No objeto que también tienen poemas prodigiosos y habría que leer precisamente estos, pero Alberto Blanco, Luis Cortés Bargalló o David Huerta son poetas de altibajos. Y esto por hablar de los conocidos. ¿El dominio de la técnica te hace escritor o pintor o músico? Estoy de acuerdo en que debe existir, si no tendríamos a una pléyade de infras haciendo "verso libre", pero cómo encontrar el equilibrio justo entre los extremos. En fin, supongo que en esto radica el arte. Y si no, ¿vale la pena saberlo?

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