Voy a apelar a mi pésima memoria y, gracias a esta inconmensurable hueva del séptimo día (hasta dios descansó), trataré de recordar un pasaje de una novela de 1848 del binomio Dumas-Maquet. El vizconde de Bragelonne es una novela política, tensa, larga y cansada. Y esto último no es un vituperio. Me explico: a lo largo de la trilogía de Los Mosqueteros, su(s) autor(es) logra(n) que cada uno de los personajes piense de acuerdo a su edad.
En la primera novela, el candor juvenil y el poder infinito de la amistad derrotan a Richelieu y le parten su mandarina en gajos a Milady de Winter, nada menos que decapitándola, (eso quisiera hacer con muchas mujeres que conozco). En la segunda, después de conflictos iniciales en los que están en bandos distintos (algo así como que Porthos y D'Artagnan son Fecalistas, El Rey, y Athos yAramis son Pejistas,La Fronda) se unen para salvar a Carlos Estuardo de las manos de Cromwell. No lo logran, pero regresan para vengarse de Mazarino y Artagnan se hace capitán de mosqueteros.
Y en la tercera entrega los cuatro mosqueteros, si no mal recuerdo, no están juntos en ninguna ocasión. Cada quien por su lado, cuidando por sus intereses, casi sesentones y ya casi olvidada la vieja amistad no viven una última aventura. Athos viejo y cansado, Artagnan envidioso, Porthos avaricioso y Aramis sendo el jefe de los jesuítas tienen demasiadas cosas para pensar en el otro. Por eso digo que cansa, enoja, angustia.
Aún así hay pasajes que me conmueven hasta la medula de los huesos. (Sí, medula, sin acento). Y el sábado recordé uno de ellos. Estaba bebiendo con un gran amigo una traicionera botella de Jack Daniels. Al otro día él se fue y sólo pude invocar el pasaje cuando Artagnan va a casa de Athos, cuando todavía Raúl vive, y se despiden con un abrazo. Entonces el Conde de la Fere (siempre él, el sabio de los cuatro) dice con una sonrisa amarga:
"Creo que es la última vez que vemos a este hombre Raoul. No lo olvides"En la primera novela, el candor juvenil y el poder infinito de la amistad derrotan a Richelieu y le parten su mandarina en gajos a Milady de Winter, nada menos que decapitándola, (eso quisiera hacer con muchas mujeres que conozco). En la segunda, después de conflictos iniciales en los que están en bandos distintos (algo así como que Porthos y D'Artagnan son Fecalistas, El Rey, y Athos yAramis son Pejistas,La Fronda) se unen para salvar a Carlos Estuardo de las manos de Cromwell. No lo logran, pero regresan para vengarse de Mazarino y Artagnan se hace capitán de mosqueteros.
Y en la tercera entrega los cuatro mosqueteros, si no mal recuerdo, no están juntos en ninguna ocasión. Cada quien por su lado, cuidando por sus intereses, casi sesentones y ya casi olvidada la vieja amistad no viven una última aventura. Athos viejo y cansado, Artagnan envidioso, Porthos avaricioso y Aramis sendo el jefe de los jesuítas tienen demasiadas cosas para pensar en el otro. Por eso digo que cansa, enoja, angustia.
Aún así hay pasajes que me conmueven hasta la medula de los huesos. (Sí, medula, sin acento). Y el sábado recordé uno de ellos. Estaba bebiendo con un gran amigo una traicionera botella de Jack Daniels. Al otro día él se fue y sólo pude invocar el pasaje cuando Artagnan va a casa de Athos, cuando todavía Raúl vive, y se despiden con un abrazo. Entonces el Conde de la Fere (siempre él, el sabio de los cuatro) dice con una sonrisa amarga:
Y sentí lo mismo. No sé porqué. Tal vez era la cruda o ando muy pesimista. En fin, ahora me despido con otra del maestrito Dumas. Así termina el último capítulo del Vizconde.
"Y emprendió solo, solo para siempre el camino a París"
JFC
PD. Pero qué egoísta soy. Suerte amigo, cuando regreses continuaremos la plática interrumpida.
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