Ir al contenido principal

TOP 5 DE CURSILERÍAS

Así es queridos e inexistentes lectores, aquí está la lista que Cosmopolitan se negó a publicar de las cursilerías más inverosímiles que su servidor ha hecho por un par de féminas. Esto espero que compense el hecho que no tenga nada interesante que escribir. (Como si lo hubiera hecho antes). Aquí vamos.

5. Llorar mientras veía el final de Friends con una hermosa chica al lado. (Lo siento, me parecía injusto que Ross se quedara sin Rachel).
4. Escribirle una canción a otra hermosa chica y ponerle como título sus iniciales: I.M. (Más que cursi me parece falta de imaginación, además la rola era bastante mala). La grabé y se la entregué un jueves por la noche. (No entiendo cómo sólo pudo ver mi ego, digo, está bien que haya grabado yo solo el bajo, guitarra electroacústica, guitarra de doce cuerdas, bongós, voz y coros, y que se lo haya dicho, en fin...)
3. Ponerle a cada una de mis guitarras el nombre de cada una de ellas con las que he compartido algunas noches. (Sin comentarios... por cierto, no tengo tantas guitarras).
Aquí se puso difícil la decisión, pero respetando la cosa emocional, el resultado es este.
2. Correr como idiota cerca de 600 metros (para quien conozca la magnífica Ciudad Universitaria fue de la Biblioteca Samuel Ramos de la Facultad de Letras hasta el Superama de Av. Universidad) con zapatos de vestir y traje italiano a toda madre sólo para conseguir una chingada toalla femenina que la dueña de mis sueños, de ese entonces claro está, necesitaba con urgencia. Tiempo total: 7 minutos 52 segundos. Creo que es bastante bueno considerando que en cuanto llegué al super me encontré con 300000 marcas distintas y sin puta idea de la variedad de fisonomías. (Esto además de cursi me parece bastante estúpido, pero... cómo iba yo a saber que esos insumos femeninos se vendían en la tienda de periódicos situada a unos 5 metros de donde estaba).
1. Agarrar mi guitarra y tomar un autobús sin boleto de regreso y sin dinero hacia Acapulco sólo para cantarle una canción a una chica. Le dije que la quería y me regresé con una historia más, además de ser una cicatriz mayor.

Comentarios

Vale, hermano, que no han estado tan malas las cinco; al menos hay en ellas cierto dejo de romanticismo decimonónico (incluso en la de la toalla que, a pesar de pragamatismo, implica un sacrificio ritual por quien se ama).
El primer lugar me recuerda cierta anécdota personal: una mujer, una relación extraña y construida sobre las firmes bases de la convivencia etílica, tres ociosos hombres, dos amigos queriendo apoyar a un lascivo novio, un viaje de muchos kilómetros en el estado de José Alfredo con múltiples en imprevistas escalas (Toluca-Yuriria-Acámbaro-Irapuato-Celaya-Juventino Rosas-Guanajuato-Dolores-Acámbaro), un reencuentro imprevisto, un cuarto de hotel, una botella, una duda... al final, sólo un viaje de amigos con muchos cigarros de por medio. Así las cosas. Un abrazo.
Anónimo dijo…
Jajajajajajaja

Lo que hace la gente por amor...

Entradas más populares de este blog

Causalidades II

Queridos, desocupados e inexistentes lectores, les debía esta entrada que es la segunda parte de la anterior y pues aquí va. Uno de los problemas mayores de escribir cada dos años en este blog es que uno pierde el hilo de las cosas, y en dos años han pasado tantas que los hilos ya son una madeja que se pierde en mi memoria. Así que acabaré la entrada de las causalidades y empezaré --lo juro-- a escribir nuevamente en este blog que empecé en el año 2006. En la entrada de la siguiente semana les contaré de los blogs y los pondré al tanto en mi vida. También prometo actualizar las ligas que tengo en la columna de la derecha, porque muchos de los blogs ya pasaron a mejor vida y creo que ya nadie escribe en blogs, excepto la protagonista de estas causalidades de la que ya les pasaré el vínculo.   Estábamos, entonces, que me dieron la beca de la Fundación para escribir un libro de cuentos. La beca la obtuve gracias a que uno de esos amores juveniles y necesarios imprimió mis hojas y las l

A un par de escalones del Tercer Piso

Inexistentes y abandonados lectores, he regresado a esta monarquía que a veces se disfraza de república llamada La Ciudad que fue del canto para (y es un favor muy grande) contarles parte de lo que ha acontecido en mis dominios en estos largos meses de ausencia. (En serio, sé que nadie lee esto pero el simple sonar de las teclas y mi egolatría son suficientes para no dejar morir este blog). Si ustedes recuerdan, oh, desolados lectores que han sufrido conmigo durante tantos años, el once de julio escribí una pequeña crónica de cómo Mahler se encontró con Joyce. Pues bien, simplemente he de decirles que ese encuentro inesperado y venturoso ha terminado en coyunda, si se me permite el chistorete cultoso, o, para decirlo mejor, los esponsales arribaron a buen puerto. Con todo y las armonías disonantes de este musicastro y las inagotables vertientes de mi joyceana, hemos encontrado un lugar en donde nuestras ansias encuentren reposo.       Y en hablando de lugares, la Ciudad que fue de

He regresado a esta Ciudad que fue del canto

Queridos e inexistentes lectores, después de tres años de abandonar esta Ciudad que fue del canto, he regresado para, una vez más, prometer ser más constante y publicar ya no mi querido, cursi y azotado diario, sino lo que a mi pluma se le venga en gana. Por ello, primero les comparto una traducción que hice de dos fragmentos de Kurt Vonnegut, tomados del número 17, de junio de 2015, de Casa del tiempo. JFC Dos fragmentos de guerra [*] Kurt Vonnegut La obra de Kurt Vonnegut estuvo marcada por su experiencia en la Segunda Guerra Mundial como soldado de la 106 División de Infantería de los Estados Unidos, y luego como prisionero de guerra —de diciembre de 1944 hasta mayo de 1945— desde donde fue testigo del bombardeo que destruyó Dresde.  Casa del tiempo ofrece dos breves fragmentos de las novelas  Matadero 5  y  Barbazul que se publicaron con casi veinte años de distancia, para dar cuenta de la devastación íntima causada en el autor estadounidense. El primero