Este blog no se ha caracterizado por tratar temas políticos o de interés general. Pero es de verdad risible que un pinche enano de mierda por el que votaron doce millones de imbéciles diga con la voz engolada "ya basta", "es en serio". No pues sí, los Beltrán, los Guzmán y demás apellidos sonoros a fuerza de balas han de estar bien preocupados.
Esto lo comento porque disfrutando de unos bienhechores taquitos de birria con su imprescindible consomé, me pude dar cuenta de la capacidad y el adiestramiento magistral que tiene nuestras fuerzas del orden.
Esos simios mononeuronales se bajaron de su camioneta nuevecita--ochenta, según anuncia la publicidad en los camellones de la Santa Neza--y se sentaron detrás de la mesa que ocupábamos mi padre y yo; haciendo gala de tacto y de profesionalismo, además de sentido común, el más feo de ellos (y eso que está cabrón) puso su arma larga en ¡una de las sillas! apuntando hacia nosotros, a una niña que jugaba con un pedacito de masa y contra el taquero, santo patrono de los desvelados.
Para ser sincero, no hubiera notado este "detallito" si no es porque en un movimiento frío, calculado y matemático, al levantarse y pedir "otros tres con todo" empujó su juguetito semiautomático que cayó con fúnebre estrépito.
He de reconocer que no soy muy tolerante y de mis finísimos labios salió un "imbécil, pero qué pendejo". Mi mirada despectiva se posó en la papada con ojos del simio que sólo pudo soltar una risita nerviosa.
Así las cosas, mientras siguen echándose al plato a unos y otros piden asilo político (jejeje) mi padre y yo pedimos un par de tacos más, claro, con su infaltable consomé.
JFC
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