Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 13 de junio de 1947 - México, D.F., 28 de febrero de 2010)
Fue en septiembre de 2005 cuando te conocí. En este blog hay múltiples referencias a las sesiones de grabaciones que tuvimos. Etiqueta negra, jamón holandés y queso fresco. Después de cada sesión nos invitabas a la Exhacienda de Tlalpan. Platicabas conmigo, te reías siempre con estruendo jovial, me corregías suavemente ("no es la KGB, es el KGB, Paquito, porque es el Kommite") disfrutabas esta vida. Además de poeta, narrador, traductor, intelectual, erudito y esas cosas que en los periódicos se escribe como si fueras una entrada de enciclopedia, eras mi maestro. Cuando se presentó tu disco de María Grever me agradeciste, y otra cena. Me regalaste una botella de Chivas Regal y unas bocinas para Ipod. En tu casa compartimos un bote de helado Hagen Däas. El sábado escuché tu Concierto mexicano, salió algunos días antes de que cayeras para no levantarte. ¡Carajo!, voy a extrañar esos fines de semana larguísimos. Hasta pronto, maestro. Voy a leer algún libro tuyo, escuchar tus discos y recordarte. Tuve la suerte de conocerte, esas cosas nunca se olvidan. Farewell.
Fue en septiembre de 2005 cuando te conocí. En este blog hay múltiples referencias a las sesiones de grabaciones que tuvimos. Etiqueta negra, jamón holandés y queso fresco. Después de cada sesión nos invitabas a la Exhacienda de Tlalpan. Platicabas conmigo, te reías siempre con estruendo jovial, me corregías suavemente ("no es la KGB, es el KGB, Paquito, porque es el Kommite") disfrutabas esta vida. Además de poeta, narrador, traductor, intelectual, erudito y esas cosas que en los periódicos se escribe como si fueras una entrada de enciclopedia, eras mi maestro. Cuando se presentó tu disco de María Grever me agradeciste, y otra cena. Me regalaste una botella de Chivas Regal y unas bocinas para Ipod. En tu casa compartimos un bote de helado Hagen Däas. El sábado escuché tu Concierto mexicano, salió algunos días antes de que cayeras para no levantarte. ¡Carajo!, voy a extrañar esos fines de semana larguísimos. Hasta pronto, maestro. Voy a leer algún libro tuyo, escuchar tus discos y recordarte. Tuve la suerte de conocerte, esas cosas nunca se olvidan. Farewell.
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