Hay ciertos días en los que no tengo ganas de escuchar música, ni de escribir un cuento ni de hacer otra canción. Hay días en que quisiera olvidar todos los poemas de amor que me sé (desde Quevedo hasta Bonifaz). Hay días en que no quiero recordar todas las películas que están en cartelera y que no veré. Hay días en los que ni siquiera el alcohol reconforta mi alma rota. Hay días en que fumo sin parar y mi asma empeora. Hay días en que no quisiera seguir vivo, no tener conciencia de mí ni de mi cuerpo. No ser escritor, ni músico, ni becario, ni desempleado. Hay días en que sólo quisiera dormir y dormir doscientas horas sin despertar. Que cuando mis ojos se abran todo haya cambiado, que nunca haya nacido, que nunca te hubiera conocido. El azar es un pretexto fácil. No sé que me llevó a colarme entre tu agenda ni a besar tu espalda desnuda. No sé cómo diablos mi lengua encontró cauces dulces en tu boca. No sé por qué tus labios se adivinan todavía en mi aliento. No fue azar. Algo más hizo que te encontrara. También hay días así. En los que mi beca y mi disco y tu cuerpo prometían venturosas tardes. Y ninguno de ellos erró el designio. Hay días en que dios sonríe y me deja imaginar que hay noches menos largas. Cuando te vi, sólo quería saber de ti. Cuando supe de ti, quería salir contigo. Después quería besarte y después ser tu novio. Después quitarte la blusa y vivir en ti. Todo lo tuve. Ahora, no queda nada. Hay días así.
Queridos, desocupados e inexistentes lectores, les debía esta entrada que es la segunda parte de la anterior y pues aquí va. Uno de los problemas mayores de escribir cada dos años en este blog es que uno pierde el hilo de las cosas, y en dos años han pasado tantas que los hilos ya son una madeja que se pierde en mi memoria. Así que acabaré la entrada de las causalidades y empezaré --lo juro-- a escribir nuevamente en este blog que empecé en el año 2006. En la entrada de la siguiente semana les contaré de los blogs y los pondré al tanto en mi vida. También prometo actualizar las ligas que tengo en la columna de la derecha, porque muchos de los blogs ya pasaron a mejor vida y creo que ya nadie escribe en blogs, excepto la protagonista de estas causalidades de la que ya les pasaré el vínculo. Estábamos, entonces, que me dieron la beca de la Fundación para escribir un libro de cuentos. La beca la obtuve gracias a que uno de esos amores juveniles y necesarios imprimió mis hojas y las l
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