Hay ciertos días en los que no tengo ganas de escuchar música, ni de escribir un cuento ni de hacer otra canción. Hay días en que quisiera olvidar todos los poemas de amor que me sé (desde Quevedo hasta Bonifaz). Hay días en que no quiero recordar todas las películas que están en cartelera y que no veré. Hay días en los que ni siquiera el alcohol reconforta mi alma rota. Hay días en que fumo sin parar y mi asma empeora. Hay días en que no quisiera seguir vivo, no tener conciencia de mí ni de mi cuerpo. No ser escritor, ni músico, ni becario, ni desempleado. Hay días en que sólo quisiera dormir y dormir doscientas horas sin despertar. Que cuando mis ojos se abran todo haya cambiado, que nunca haya nacido, que nunca te hubiera conocido. El azar es un pretexto fácil. No sé que me llevó a colarme entre tu agenda ni a besar tu espalda desnuda. No sé cómo diablos mi lengua encontró cauces dulces en tu boca. No sé por qué tus labios se adivinan todavía en mi aliento. No fue azar. Algo más hizo que te encontrara. También hay días así. En los que mi beca y mi disco y tu cuerpo prometían venturosas tardes. Y ninguno de ellos erró el designio. Hay días en que dios sonríe y me deja imaginar que hay noches menos largas. Cuando te vi, sólo quería saber de ti. Cuando supe de ti, quería salir contigo. Después quería besarte y después ser tu novio. Después quitarte la blusa y vivir en ti. Todo lo tuve. Ahora, no queda nada. Hay días así.
Queridos e inexistentes lectores, después de tres años de abandonar esta Ciudad que fue del canto, he regresado para, una vez más, prometer ser más constante y publicar ya no mi querido, cursi y azotado diario, sino lo que a mi pluma se le venga en gana. Por ello, primero les comparto una traducción que hice de dos fragmentos de Kurt Vonnegut, tomados del número 17, de junio de 2015, de Casa del tiempo. JFC Dos fragmentos de guerra [*] Kurt Vonnegut La obra de Kurt Vonnegut estuvo marcada por su experiencia en la Segunda Guerra Mundial como soldado de la 106 División de Infantería de los Estados Unidos, y luego como prisionero de guerra —de diciembre de 1944 hasta mayo de 1945— desde donde fue testigo del bombardeo que destruyó Dresde. Casa del tiempo ofrece dos breves fragmentos de las novelas Matadero 5 y Barbazul que se publicaron con casi veinte años de distancia, para dar cuenta de la devastación íntima causada en el autor estadoun...
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