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ALGUNAS LÍNEAS

Algo le falta al aire: Que te has ido, dejando, lo que ocupaste, en desamparo: estela de la bruja que los niños despiertan en la calle empedrada, campamento vacío de unos gitanos pobres que en un cine conocen el silencio del mar. Y te vas sólo así, como si el viento se pudiera marchar sin despedirse. No me quejo de ti ni de mis ansias (quién le reclama al mar por los ahogados) ni pienso, cuando me dejas, que me dejas. Esta vieja canción de abandonado es cojera del alma, es el sablazo que me dan tus angélicos demonios. Ese que no soy yo sabe todo esto. Ese que no te sufre lo conoce. Pero el otro, el más próximo, el grafito que se siente sin punta si le faltas; que se muerde las uñas y el cuaderno; el que asiste a pequeños desastres al mirarte y al desastre mayor de no mirarte, desconoce razones. No hagas burla del rito de atesorar la taza que conserva la huella de tu boca como en mis labios doloridos persiste la furia de los besos y en mi mano el perfume lentamente obstinado entre tus muslos.


Vicente Quirarte

Comentarios

Anónimo dijo…
En mi ipinión, sí... "algo le fatla al aire"
Luna
Anónimo dijo…
Si tan solo fuera más valiente...

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A un par de escalones del Tercer Piso

Inexistentes y abandonados lectores, he regresado a esta monarquía que a veces se disfraza de república llamada La Ciudad que fue del canto para (y es un favor muy grande) contarles parte de lo que ha acontecido en mis dominios en estos largos meses de ausencia. (En serio, sé que nadie lee esto pero el simple sonar de las teclas y mi egolatría son suficientes para no dejar morir este blog). Si ustedes recuerdan, oh, desolados lectores que han sufrido conmigo durante tantos años, el once de julio escribí una pequeña crónica de cómo Mahler se encontró con Joyce. Pues bien, simplemente he de decirles que ese encuentro inesperado y venturoso ha terminado en coyunda, si se me permite el chistorete cultoso, o, para decirlo mejor, los esponsales arribaron a buen puerto. Con todo y las armonías disonantes de este musicastro y las inagotables vertientes de mi joyceana, hemos encontrado un lugar en donde nuestras ansias encuentren reposo.       Y en hablando de lugares, la Ciudad que fue de

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