Inexistentes lectores, mi cuerpo se niega a aguantarme. Después de algunas semanas de correr alrededor de un parque a las siete de la mañana (nunca lo había hecho y lo disfruté enormidades) sucedió algo inesperado: mis rodillas se resistieron a seguir mi terapia de duelo y decidieron que la rótula desviada de ambas empezara a chingarme hasta el punto de despertarme con el dolor encaramado en las piernas. Una visita al hospital para confirmar la sensación de vacío y una radiografía que puso punto final a mis ganas de olvidar y correr me dejó con la nostalgia prendida.
Soñé con ella y con su beso, con sus piernas de Bailarina, con su aroma y su voz. Mañana es su cumpleaños y no podré felicitarla. Bueno, supongo que no la espera. Y pienso que hace un año, del mismo modo, estábamos distanciados. Se volcó su enojo sobre mí y dejamos de vernos varios meses.
Hace dos años ella estaba de viaje, hace tres... no recuerdo. Nunca pasamos un cumpleaños juntos, ni suyo ni mío. Es de esas cosas que me hacen pensar que tal vez, dentro de todo, siempre hay un futuro mejor. Una posibilidad, una sola.
Todavía escribo, poco, pero lo hago. Me canso de esperar y de ver a mi alrededor. Me cansa la gente, la imperiosa necesidad de compañía y al mismo tiempo la esperanza de verme solo, en mi casa, con mis libros y mis guitarras. No me gusta la compañía forzada, ni las risas ni las comidas de oficina. Preferiría estar arrumbado en un parque y esperar el momento de regresar a mi trabajo para disfrutarlo. Pero eso sólo empeoraría las cosas, lo intento, trato, y entre todas esas tentativas, me descubro a ratos contento.
Poco a poco, un día a la vez, un paso cada día. Una copa de vino cada noche y a esperar a que todo mejore.
Así las cosas,
JFC
PS. Y que mi personaje camina, que empieza a construirse a partir de emociones y de puntos específicos en mi sangre. Una nueva compañera de elenco, dos nuevos chicos y espero que se termine esta obra de la cual estoy más que enamorado.
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